Música y Empresa: Compatibilidades entre los dos hemisferios cerebrales.

Don´t live the same year 75 times and call it a life….Robin Sharma.

Con el tiempo y después de haber conversado con algunas personas, me he podido percatar de que sí somos unos cuantos, los que después de haber estudiado una carrera y haberle dedicado tanto tiempo a su correspondiente estudio, hemos decidido cambiar el rumbo de nuestras vidas para dedicarnos a otra cosa.

La primera vez que tuve una responsabilidad laboral tendría unos 18 años y cursaba el tercer año del Conservatorio. Esto fue exactamente dos años antes de comenzar con la Universidad de las Artes. He tenido la suerte de crecer y vivir la juventud en una sociedad que, en su momento, llegó a tener un nivel educativo bastante bueno y equilibrado.

Recuerdo que la primera vez que tuve que hacer prácticas profesionales, fue cuando también me pude hacer una idea de lo que sería en un futuro tener que producir o generar un servicio para recibir a cambio una compensación económica y poder mantenerme. El pago por las prácticas era una compensación más bien de carácter simbólico, y ésta sólo me alcanzaba para comprar alguna pizza o algo más. Por aquellos tiempos, mi madre ya venía “aclarándome” que una vez acabara los estudios en la universidad tendría que comenzar a buscarme la vida.

Hasta finalizar en la Universidad de las Artes a los 24 años, como decía, tuve que hacer prácticas profesionales en varias escuelas y esto, lejos de ser una responsabilidad laboral real, lo que representaba para mí era pasármelo bien. Eso sí, entrenando mis habilidades y conocimientos, viviendo nuevas experiencias, aprendiendo el inglés y algo de alemán con alumnos extranjeros y disfrutar de la oportunidad de conocer gente nueva. En 2004 me graduaba en la Universidad como profesor de música y saxofonista, coincidiendo esto también con mi decisión de irme a vivir a Alemania.

Mis padres eran profesores universitarios y nada tenían que ver con la música (mi padre, de Macroeconomía y mi madre de Contabilidad y finanzas). Yo había estudiado la carrera musical en un principio por decisión de ellos, algo que no obstante nunca les podré reprochar. Por lo tanto, durante casi trece años, por las mañanas estudiaba las asignaturas elementales obligatorias y por las tardes estudiaba todo tipo de asignaturas musicales y artísticas posibles: o sea, mi enseñanza abarcaba desde solfeo y piano, hasta matemáticas, filosofía y estética.

Se suele decir que la vida da muchas vueltas, y soy partidario de que la mayoría de las veces somos nosotros mismos los causantes de éstas. Si nos lo curramos bien, iremos siempre hacia mejor. A los 24 años le di un giro bastante grande a mi vida profesional y a partir de este momento dejé de dedicarme a la música, como lo podéis constatar en mi perfil de Linkedin.

Hasta el día de hoy nunca me he arrepentido de mi pasado musical y de la experiencia tan enriquecedora que me hubiera perdido de no haber podido disfrutar de todo lo que la música en sí encierra y aporta, y lo mucho que me ha ayudado a ser la persona que hoy soy: la satisfacción que se produce al interpretar el significado de los sonidos; el cómo, el porqué y para qué se entremezclan dichas vibraciones las unas con las otras, etc.

Desde hace ya tiempo aprendí a aceptar que la música, como instrumentista, no me iba a aportar la realización profesional plena que realmente me interesaba y esto es importante, pues a medida que seamos capaces de aceptar, visualizar y darnos cuenta de lo que realmente queremos para nosotros mismos, tanto en el plano personal, como profesional, perderemos menos el tiempo, seremos más eficaces y tendremos más coraje a la hora de tomar decisiones maduras y salir hacia adelante. De esta manera podremos concentrarnos en el nuevo camino sobre el cual deberíamos avanzar y ser capaces de comprometernos a trabajar duro de cara a lograr nuestros objetivos.

Esto requiere de tiempo y a veces, desgraciadamente, de “vivencias negativas”, golpes directos y duros hacia tu carácter para que abras los ojos. También implica aceptación y mayor control de aquellos sentimientos que te puedan debilitar y distraer de la focalización de tus nuevos objetivos. En definitiva, hay que tener bien claro: “Y partir de ahora, qué queremos ser y hacia donde queremos ir?

Y entonces…

Una vez que había decidido que no seguiría poniendo mis dedos sobre el saxo para ganarme la vida, si quería adentrarme en el mundo empresarial me vi en la situación de comenzar a estudiar y aprender la nueva profesión y al mismo tiempo recolectar todos los certificados y diplomas, – que podéis ver en mi perfil, – que se me exigían y me avalasen para optar por una plaza laboral en el nuevo sector donde pretendía ejercer, fuera del ámbito artístico.

Para entonces, de lo que se trataba era simplemente de comenzar a construirme una nueva imagen, una nueva forma de expresarme y de entender y ver las cosas que debía adoptar. Adquirir un nuevo léxico y practicar otra forma de proyectar mis intenciones hacia a los demás. En definitiva, un nuevo mundo se abría ante mis ojos; y esto, además en el idioma alemán.

Por otra parte, hoy día toma cada vez más fuerza la realidad necesaria de una educación potenciadora de talentos y conocimientos mixtos.

La futura educación ha de potenciar y darnos la oportunidad de entrenar, a lo largo de nuestra vida, todas nuestras posibles capacidades para adquirir un amplio conocimiento en diversas materias, logrando que, entre muchas otras cosas:

  • Seamos entes emocional y pragmáticamente más completos y preparados.
  • Poseamos mentes mucho más creativas y resolutivas de conflictos tanto personales como sociales.
  • Lleguemos a ser más conscientes de nuestro yo interno y nuestro entorno.
  • Tratemos de entrenar, dentro de la medida de nuestras posibilidades, diferentes tipos de inteligencias.

Durante muchos años solía ocultar mi pasado musical tanto en mi Currículo como en muchas entrevistas que había tenido en diferentes sectores. Esto se debía a que en cierto modo le temía a la mirada y a las expresiones o posiciones corporales que adoptaba el entrevistador para darme cuenta que, apenas me trasladase en mi exposición un poco más de la cuenta del hemisferio izquierdo de mi cerebro hacia el derecho, podrían llegar a la tan errática conclusión de que en lo único que yo realmente me podría desenvolver bien sería siendo músico; y por tanto, que de gerencia, administración, dirección de equipos, atención al cliente, las ventas, cuenta de resultados etc., no tuviese mucho que aportar.

Todo esto tenía un efecto en mí bastante desmotivador y esquivo para con la idea de poder proyectar y hablar del enorme efecto creativo, emocional y cognitivo que la música en sí posee.

De hecho, cada vez que escribo y hablo sobre algún tema en específico, cualquiera que sea, lo hago con música de fondo. Antes de colgarlo en la red, lo releo escuchando la música que yo crea que en ese momento sea la idónea para lo que deseo comunicar. Es como si allá, donde se esconde mi conciencia, pudiesen identificarse entre sí las vibraciones y mensajes sonoros con las palabras e ideas que aquí expongo. Es algo que se puede explicar científicamente, pero esta vez les propongo dejemos espacio a la imaginación para que ésta haga un poco  de las suyas.

 

 

 

 

 

 

El tiempo se nos escapa…

Me alegro de que hoy en día las empresas en España vayan poco a poco evolucionando hacia la búsqueda de un personal más rico en “experiencias que contar”. Personalmente, siempre que he reclutado mi equipo de trabajo he leído el Currículo, claro, pero al entrevistarles me he centrado más en la manera de contar su historia, en su mirada o en la forma en que proyecta su conocimiento, y me he preocupado por que el entrevistado se sintiese cómodo y relajado.

Hoy por hoy no me puedo quejar, he tenido la oportunidad de viajar bastante por el mundo y mi segunda carrera, lejos de darme demasiadas penalidades, me ha llenado el camino de innumerables experiencias muy gratas y enriquecedoras hasta hoy.

Me identifico como uno más de cualquiera de vosotros y tampoco he alcanzado profesionalmente aún todas mis metas; aún continúo mi viaje a la expectativa.

A veces me apresuro y me exijo demasiado y todavía cometo el error de quedarme escuchando el tic tac de ese “reloj imaginario” donde se organizan a veces más exigencias de las que son necesarias. Esto no importa si os pasa también a cualquiera de vosotros. Mientras seamos conscientes que dicho reloj no deja ser un producto de nuestra imaginación, entonces lo tenemos todo bajo control.

De todas formas, un poco de presión dosificada no nos viene nada mal de vez en cuando.

No le tengas miedo nunca al cambio y a volver a empezar una vez más! La segunda vez se es más sabio y se avanza con pasos más firmes. Cuesta trabajo, tiempo, sudor y muchas veces lágrimas, pero al final merece la pena si tu verdadero fin es salir hacia adelante con tus propósitos y destacar en el nuevo sector donde has decidido abrirte camino.

Simplemente, comienza ya!